sábado, 31 de mayo de 2014
La Revolución Libertadora
-
La Revolución Libertadora
Perón
fue depuesto alrededor del 20 de setiembre de 1955 por un levantamiento militar.
El General Leonardi se hizo cargo del gobierno hasta noviembre de ese año,
momento en el que lo reemplazó Aramburu en la Presidencia. A pesar de la
diversidad ideológica de los miembros de la coalición civil-militar
revolucionaria, los unía la idea de restaurar los principios políticos y económicos
que regían antes de Perón y devolver a la Argentina a la senda de la que no
debería haber salido.
Entre los objetivos de política económica de los protagonistas de la Revolución Libertadora estaban el aumento de las exportaciones y el fomento de la acumulación de capital, dos temas sobre los que el peronismo había trabajado sin éxito en el último tramo de su administración. Los principales lineamientos de política fueron esbozados por el asesor económico y financiero de la Presidencia, Raúl Prebisch, en un documento titulado “Informe preliminar acerca de la situación económica” (1).
Cabe señalar que el contexto internacional no fue favorable por esos años para el comercio exterior argentino, ya que los términos de intercambio cayeron notablemente: en 1957 los precios eran un 13% menores que los de 1953, 36% menores que en 1950 y 44% menores que en 1948 (2). Además, los países compradores de las exportaciones argentinas estaban aplicando prácticas restrictivas. En consecuencia, a pesar de la política devaluatoria aplicada, no se lograron los resultados esperados. Por el contrario, se registraron déficits en el balance de pagos entre 1955 y 1958, las reservas declinaron y se acumularon las deudas comerciales.
Respecto del régimen de intercambios con el exterior instaurado en este período, puede decirse que el gobierno revolucionario incorporó en su política económica una mayor apertura hacia la economía internacional. De acuerdo con las recomendaciones de Prebisch arriba mencionadas, se adoptaron medidas liberalizadoras que apuntaban a reducir el déficit fiscal, limitar los aumentos salariales y restaurar los mecanismos de precios para equilibrar el balance de pagos.
Asimismo, el programa propuesto incluía una estrategia de desarrollo agropecuario que fomentaba el aumento de la producción vía la incorporación de nuevas tecnologías y un fuerte estímulo a las inversiones en infraestructura (v.g., provisión de energía, transportes, etc.). En cuanto al sector industrial, se proponía el desarrollo de la industria siderúrgica y la expansión de las ya existentes en los sectores matalúrgico y mecánico. También se fijaba como objetivo la expansión de ciertas industrias básicas sustituidoras de importaciones, tales como papel y celulosa, química y petroquímica.
Estos planes sin duda requerían la concreción de importantes inversiones que aceleraran el desarrollo de los sectores mencionados. El plan preveía que las limitaciones domésticas en este plano fueran contrarrestadas con el ingreso de inversiones extranjeras. De todos modos, la mayoría de las propuestas de más largo plazo no llegaron a efectivizarse en medidas de política económica.
En lo inmediato, el gobierno estableció nuevas pautas cambiarias que permitieron la existencia de sólo dos tipos de cambio, uno libre y uno oficial. Se llevó a cabo una devaluación y se implementaron retenciones móviles a las divisas provenientes de las exportaciones de hasta un 25%, con lo cual el tipo de cambio efectivo para los productos primarios se incrementó un 40% para la carne y más de 200% en el caso de los cereales (3). Esporádicamente también se recurrió al régimen de aforos para establecer el precio al cual debían liquidarse las exportaciones, cada vez que se producía una caída en los precios internacionales de las mercancías a exportar.
Las importaciones de bienes esenciales se regían por el mercado oficial y siguieron estando sujetas al régimen de permisos de cambio. Este último sólo se flexibilizó en lo atinente a productos de suma necesidad, los cuales recibían un permiso automático. El resto de las importaciones se canalizaban por el mercado libre de cambios. Asimismo, cabe destacar que el gobierno estableció un recargo para las importaciones, administrado por el Banco Central, a modo de protección temporaria de la industria local. Y ante reiteradas situaciones críticas del balance de pagos, como sucedió en 1957, se establecieron estrictos controles a las importaciones a través del requerimiento de depósitos previos. Estos se fijaron en un principio para las importaciones que se regían por el mercado libre y más tarde pasaron a abarcar el conjunto total de las importaciones.
Por otra parte, las recomendaciones de política diseñadas por Prebisch también comprendían otras dimensiones de las relaciones económicas externas de la Argentina. Por ejemplo, se sugería la participación activa en las instituciones internacionales creadas por los acuerdos de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento), así como también el envío de una misión financiera a los Estados Unidos con el objeto de discutir nuevamente los acuerdos bilaterales existentes y la gestión de nuevos créditos. Estas propuestas se complementaban mutuamente ya que tendían, en conjunto, a posibilitar el acceso del país al financiamiento externo y a aumentar su capacidad de pago en dólares, como un modo de facilitar sus transacciones comerciales en un ámbito cada vez más amplio.
Así fue como a principios de 1956 se iniciaron gestiones para el ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, el cual se concretó en agosto de ese año previo aporte de 150 millones de dólares a cada uno de esas instituciones. Asimismo, en febrero del mismo año se acordó un crédito del Export-Import Bank por 60 millones de dólares a ser destinados a la adquisición de equipos para una planta siderúrgica.
También se realizaron gestiones para el establecimiento de un sistema de pagos multilaterales. Se alcanzó el Acuerdo Provisional de París con once países europeos a mediados de 1956, por el que se fijaba un sistema multilateral de comercio y pagos con esos países basado en la transferibilidad y arbitraje de las diferentes monedas de los países adherentes. Las mismas podían ser usadas indistintamente para realizar pagos o cobros resultantes de las operaciones comerciales entre dichos países y la Argentina. Al respecto, cabe señalar que algunos autores sostienen que los efectos positivos de estos acuerdos fueron limitados dado que, por ejemplo, en 1955 la Argentina tuvo un balance comercial desfavorable con los países del acuerdo y ello trajo aparejado la consolidación de las deudas comerciales derivadas de los convenios en deuda financiera. En consecuencia, no sólo aumentó fuertemente el endeudamiento externo del país sino que también fue imposible revertir por este medio el crónico desequilibrio comercial con los Estados Unidos que ya llevaba varias décadas.
Al suceder el general Aramburu a Leonardi, se designó un nuevo ministro de Economía (Eugenio Blanco), quien estaba secundado por un grupo de economistas de renombre. Durante esta última etapa, el gobierno suprimió los subsidios que se daban al sector agropecuario a través del IAPI y este organismo cesó en sus funciones. Por lo tanto, la devaluación antes mencionada quedó compensada por esta supresión de los subsidios y por el establecimiento de retenciones a las exportaciones.
Por otro lado, en 1956 se creó el Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA), con la intención de estimular el crecimiento de la producción del sector agropecuario. De todos modos, el intento de mejorar la balanza de pagos chocó contra las condiciones adversas que presentaba el mercado internacional, en el que seguían cayendo los precios de las exportaciones argentinas. Por eso el gobierno debió recurrir a préstamos externos. Para ello entró en tratativas con el Club de París, el Exim-Bank de Estados Unidos y diversos bancos privados (4).
En el último tramo de la gestión, por disputas al interior del gobierno Blanco fue sustituido por Roberto Verrier y éste, unos días más tarde, por Adalbert Krieger Vasena. El objetivo principal de las nuevas autoridades económicas era bajar la inflación. Se decidió entonces congelar los salarios por un año lo cual, junto con una reducción del gasto público (especialmente, de las inversiones), permitió obtener un superávit fiscal y contener la inflación hacia fines de 1957. Pero la caída del salario real obligó al año siguiente a autorizar aumentos masivos que reactivaron la espiral inflacionaria.
Entre los objetivos de política económica de los protagonistas de la Revolución Libertadora estaban el aumento de las exportaciones y el fomento de la acumulación de capital, dos temas sobre los que el peronismo había trabajado sin éxito en el último tramo de su administración. Los principales lineamientos de política fueron esbozados por el asesor económico y financiero de la Presidencia, Raúl Prebisch, en un documento titulado “Informe preliminar acerca de la situación económica” (1).
Cabe señalar que el contexto internacional no fue favorable por esos años para el comercio exterior argentino, ya que los términos de intercambio cayeron notablemente: en 1957 los precios eran un 13% menores que los de 1953, 36% menores que en 1950 y 44% menores que en 1948 (2). Además, los países compradores de las exportaciones argentinas estaban aplicando prácticas restrictivas. En consecuencia, a pesar de la política devaluatoria aplicada, no se lograron los resultados esperados. Por el contrario, se registraron déficits en el balance de pagos entre 1955 y 1958, las reservas declinaron y se acumularon las deudas comerciales.
Respecto del régimen de intercambios con el exterior instaurado en este período, puede decirse que el gobierno revolucionario incorporó en su política económica una mayor apertura hacia la economía internacional. De acuerdo con las recomendaciones de Prebisch arriba mencionadas, se adoptaron medidas liberalizadoras que apuntaban a reducir el déficit fiscal, limitar los aumentos salariales y restaurar los mecanismos de precios para equilibrar el balance de pagos.
Asimismo, el programa propuesto incluía una estrategia de desarrollo agropecuario que fomentaba el aumento de la producción vía la incorporación de nuevas tecnologías y un fuerte estímulo a las inversiones en infraestructura (v.g., provisión de energía, transportes, etc.). En cuanto al sector industrial, se proponía el desarrollo de la industria siderúrgica y la expansión de las ya existentes en los sectores matalúrgico y mecánico. También se fijaba como objetivo la expansión de ciertas industrias básicas sustituidoras de importaciones, tales como papel y celulosa, química y petroquímica.
Estos planes sin duda requerían la concreción de importantes inversiones que aceleraran el desarrollo de los sectores mencionados. El plan preveía que las limitaciones domésticas en este plano fueran contrarrestadas con el ingreso de inversiones extranjeras. De todos modos, la mayoría de las propuestas de más largo plazo no llegaron a efectivizarse en medidas de política económica.
En lo inmediato, el gobierno estableció nuevas pautas cambiarias que permitieron la existencia de sólo dos tipos de cambio, uno libre y uno oficial. Se llevó a cabo una devaluación y se implementaron retenciones móviles a las divisas provenientes de las exportaciones de hasta un 25%, con lo cual el tipo de cambio efectivo para los productos primarios se incrementó un 40% para la carne y más de 200% en el caso de los cereales (3). Esporádicamente también se recurrió al régimen de aforos para establecer el precio al cual debían liquidarse las exportaciones, cada vez que se producía una caída en los precios internacionales de las mercancías a exportar.
Las importaciones de bienes esenciales se regían por el mercado oficial y siguieron estando sujetas al régimen de permisos de cambio. Este último sólo se flexibilizó en lo atinente a productos de suma necesidad, los cuales recibían un permiso automático. El resto de las importaciones se canalizaban por el mercado libre de cambios. Asimismo, cabe destacar que el gobierno estableció un recargo para las importaciones, administrado por el Banco Central, a modo de protección temporaria de la industria local. Y ante reiteradas situaciones críticas del balance de pagos, como sucedió en 1957, se establecieron estrictos controles a las importaciones a través del requerimiento de depósitos previos. Estos se fijaron en un principio para las importaciones que se regían por el mercado libre y más tarde pasaron a abarcar el conjunto total de las importaciones.
Por otra parte, las recomendaciones de política diseñadas por Prebisch también comprendían otras dimensiones de las relaciones económicas externas de la Argentina. Por ejemplo, se sugería la participación activa en las instituciones internacionales creadas por los acuerdos de Bretton Woods (el Fondo Monetario Internacional y el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento), así como también el envío de una misión financiera a los Estados Unidos con el objeto de discutir nuevamente los acuerdos bilaterales existentes y la gestión de nuevos créditos. Estas propuestas se complementaban mutuamente ya que tendían, en conjunto, a posibilitar el acceso del país al financiamiento externo y a aumentar su capacidad de pago en dólares, como un modo de facilitar sus transacciones comerciales en un ámbito cada vez más amplio.
Así fue como a principios de 1956 se iniciaron gestiones para el ingreso de la Argentina al Fondo Monetario Internacional y al Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento, el cual se concretó en agosto de ese año previo aporte de 150 millones de dólares a cada uno de esas instituciones. Asimismo, en febrero del mismo año se acordó un crédito del Export-Import Bank por 60 millones de dólares a ser destinados a la adquisición de equipos para una planta siderúrgica.
También se realizaron gestiones para el establecimiento de un sistema de pagos multilaterales. Se alcanzó el Acuerdo Provisional de París con once países europeos a mediados de 1956, por el que se fijaba un sistema multilateral de comercio y pagos con esos países basado en la transferibilidad y arbitraje de las diferentes monedas de los países adherentes. Las mismas podían ser usadas indistintamente para realizar pagos o cobros resultantes de las operaciones comerciales entre dichos países y la Argentina. Al respecto, cabe señalar que algunos autores sostienen que los efectos positivos de estos acuerdos fueron limitados dado que, por ejemplo, en 1955 la Argentina tuvo un balance comercial desfavorable con los países del acuerdo y ello trajo aparejado la consolidación de las deudas comerciales derivadas de los convenios en deuda financiera. En consecuencia, no sólo aumentó fuertemente el endeudamiento externo del país sino que también fue imposible revertir por este medio el crónico desequilibrio comercial con los Estados Unidos que ya llevaba varias décadas.
Al suceder el general Aramburu a Leonardi, se designó un nuevo ministro de Economía (Eugenio Blanco), quien estaba secundado por un grupo de economistas de renombre. Durante esta última etapa, el gobierno suprimió los subsidios que se daban al sector agropecuario a través del IAPI y este organismo cesó en sus funciones. Por lo tanto, la devaluación antes mencionada quedó compensada por esta supresión de los subsidios y por el establecimiento de retenciones a las exportaciones.
Por otro lado, en 1956 se creó el Instituto de Tecnología Agropecuaria (INTA), con la intención de estimular el crecimiento de la producción del sector agropecuario. De todos modos, el intento de mejorar la balanza de pagos chocó contra las condiciones adversas que presentaba el mercado internacional, en el que seguían cayendo los precios de las exportaciones argentinas. Por eso el gobierno debió recurrir a préstamos externos. Para ello entró en tratativas con el Club de París, el Exim-Bank de Estados Unidos y diversos bancos privados (4).
En el último tramo de la gestión, por disputas al interior del gobierno Blanco fue sustituido por Roberto Verrier y éste, unos días más tarde, por Adalbert Krieger Vasena. El objetivo principal de las nuevas autoridades económicas era bajar la inflación. Se decidió entonces congelar los salarios por un año lo cual, junto con una reducción del gasto público (especialmente, de las inversiones), permitió obtener un superávit fiscal y contener la inflación hacia fines de 1957. Pero la caída del salario real obligó al año siguiente a autorizar aumentos masivos que reactivaron la espiral inflacionaria.
-
NOTAS
-
Ver Banco Central de la República Argentina, 1956, “Memoria Annual”, 21° Ejercicio, Buenos Aires, citado en Lucángeli, 1989.
-
Cf. Gerchunoff, Pablo: “A Note on the Economic Policies of the Liberating Revolution”, en di Tella and Dornbusch (eds.), 1989, p. 105.
-
Ver Lucángeli, 1989, p. 33.
inicios de la revolución en Cuba
Inicios de la Revolución
Había una vez, hace muchísimo tiempo, en una isla llamada Cuba, un dictador (un dictador es como un rey sin corona) muy, muy malvado, llamado Batista. Batista era un hombre muy cruel que trataba mal a su pueblo, robaba caramelos a los niños porque sí y se reunía con la mafia, que también era gente malvada (a ellos les encanta intimidar enviándote por correo el anular de tu esposa, por ejemplo. ¿O es que nunca habían notado que la abuela tiene sólo 9 dedos?).
Fidel y Raúl (los protagonistas de nuestra historia) eran dos hermanos, jovencitos así como ustedes, que se sentían muy tristes por lo que estaba sufriendo el pueblo cubano. Como eran muy instruidos (la educación es importante, niños) habían leído historias fantásticas sobre cómo en lugares tan lejanos como la fría Rusia o la milenaria China, el pueblo había pasado por situaciones similares, y habían recurrido a una revolución para derrocar a sus opresores. ¿Qué significa "revolución"? Les explico. ¿Alguna vez han hecho un berrinche porque sus papás no quisieron comprarles un helado o un juguete? ¿Sí? Bueno, ahora imagínense a 6 millones de niños berrincheando, gritando y rompiendo cosas y ya tenemos una revolución.
Lamentablemente, el primer intento de iniciar una revolución en Cuba fue un completo desastre. Fidel y Raúl fueron encerrados en un calabozo por su atrevimiento, pero unos meses después, el dictador Batista decidió desterrarlos a tierra firme, a México. En México, nuestros héroes conocieron a un valiente médico proveniente de un lugar muy lejano, el Reino Argento, conocido como el Che. El Che propuso usar un viejo bote llamado Granma (que Fidel se había conseguido para pescar), llenarlo con cerca de un centenar de hombres duros y regresar a Cuba para empezar la verdadera revolución. Finalmente, una fría madrugada de noviembre, el Granma zarpó rumbo a Cuba.
Desembarco del Granma y Campaña de Sierra Maestra [editar]
Desde el principio las cosas no fueron nada de fáciles. Nada más desembarcar del Granma, los jóvenes revolucionarios fueron emboscados con artillería, bombardeos aéreos y stormtroopers, por lo que sólo quedaron 12 con vida, entre ellos Fidel, Raúl y el Che. Los sobrevivientes se vieron obligados a refugiarse en la espesa jungla de Sierra Maestra, donde no sólo eran acosados de tanto en tanto por los soldados de Batista, también tenían que hacer frente a otros problemas. Por ejemplo, el Che era asmático, lo que significa *cof, cof* que tosía casi hasta escupir el pulmón, así como yo (¡maldito tabaco!). También, como la mayoría de los revolucionarios eran simples campesinos, no estaban acostumbrados a usar botas militares, así que los pies se les llenaban de dolorosas ampollas (como las que le salían a su abuelo cuando se quemaba los brazos con cigarrillos para intimidar a los otros presos, mientras cumplía condena en la cárcel por tocar niños en sus... ¡ups! otra vez me desvié del tema, jejeje).
Bueno, la cosa es que Fidel, Raúl y el Che lograron obtener apoyo de los campesinos y estudiantes del lugar, que abandonaban sus hogares para
Éste podría perfectamente ser el final de nuestra historia, pero esperen. Hay más.
Invasión de los Cochinos
Por desgracia, el Tío Sam, un señor muy envidioso y entrometido, no podía soportar la idea de ver a Cuba decidir su propio destino, así que decidió invadir la isla. Pero el Tío Sam no quería ensuciarse las manos, así que le pagó y entregó aviones y armas a unos hombres muy cochinos (que habían huido de Cuba junto a Batista) para que hicieran el trabajo por él.Así, unos 1.500 cochinos invadieron la bahía que ahora se llama Bahía de Cochinos, con el fin de derrocar al gobierno revolucionario. Fidel y Raúl contuvieron el ataque solos, sin ayuda de nadie (el Che estaba enfermo), y en tres días repelieron a los invasores, les dieron un buen baño y los enviaron de vuelta a la tierra del Tío Sam, a cambio de un rescate de 53 millones de dólares.
La Crisis de los Misiles y el Bloqueo
Para impedir que se volviera a repetir un incidente tan feo como el de los cochinos, Fidel recibió la ayuda de Nikita Sergeyevich Khrushchyov, un señor gordo, calvo y bajito, pero muy simpático, que le regaló unos petardos nucleares que debían usar en contra del Tío Sam en caso de Tercera Guerra Mundial. Unos rockeros irlandeses conocidos como U2 pasaron volando sobre Cuba, y como eran muy chismosos, tomaron fotografías y fueron a mostrárselas al Tío Sam.El Tío Sam propuso a los miembros de la Organización de Estados Americanos (un consejo integrado por representantes de todos los países de América) expulsar a Cuba de su seno, lo que fue decidido por medio de una muy democrática votación ("Los que estén de acuerdo con expulsar a Cuba, levanten la mano. Los que no, por favor abandonen la sala"). La leyenda cuenta que en esa misma votación, se decidió imponer un bloqueo contra Cuba, que se mantiene hasta la actualidad (aunque el bloqueo no es tan inflexible como la gente cree, pues el Tío Sam nunca dejó de exportar terroristas, agentes de la CIA y saboteadores a Cuba).
El Tío Sam amenazó con oprimir el botón rojo que decía "PRESIONE AQUÍ PARA BORRAR A CUBA DEL MAPA" si Cuba no se deshacía de los misiles. Al final, Fidel aceptó, de mala gana, retirar las armas en cuestión, con la condición de intercambiarlas por Marilyn Monroe, a lo que el Tío Sam se negó, entregándole a Cuba, en cambio, a Ernest Hemingway.
El Che, fomentando la Revolución
El Che, contento al ver los frutos de la Revolución, se sintió un poco mal al ver que los otros países del mundo no la pasaban tan bien como Cuba. Contrario a los deseos de Fidel y Raúl, que querían emplearlo como modelo de camisetas y boinas, el Che cogió su fusil, habanos y una cantimplora llena de ron y partió a conquistar tierras tan inhóspitas como África o Bolivia. Desgraciadamente, no todo salió de acuerdo al plan y el Che murió a manos de la Armada Boliviana cuando intentaba desembarcar en La Higuera a bordo del Granma II.
Hasta ahora, los únicos países que han seguido el ejemplo de Cuba han sido Nicaragua, Venezuela, Zimbabwe,
revolución cubana
Revolución cubana
Revolución cubana | |
---|---|
El Che Guevara junto al presidente puesto por los rebeldes Manuel Urrutia en 1959, al inicio de la revolución. |
|
Contexto del acontecimiento | |
Fecha | 26 de julio de 1953 - 1 de enero de 1959 |
Sitio | Cuba |
Impulsores | Fidel Castro, Raúl Castro, Che Guevara, Camilo Cienfuegos, Juan Almeida, Huber Matos |
Motivos | Dictadura de Fulgencio Batista. |
Influencias ideológicas de los impulsores | Comunismo, Marxismo-leninismo, Antiimperialismo, nacionalismo cubano. |
Gobierno previo | |
Gobernante | Fulgencio Batista |
Forma de gobierno | Gobierno autoritario |
Gobierno resultante | |
Gobernante | Anselmo Alliegro y Milá (1959) Manuel Urrutia Lleó (1959) Osvaldo Dorticós Torrado (1959-1976) Fidel Castro (1976-2008) Raúl Castro (2008-) |
Forma de gobierno | Estado socialista |
La revolución cubana representó un hito importante en la historia de América al ser la primera y con más éxito de varias revoluciones de izquierdas que sucedieron en diversos países del continente. El régimen resultante de la revolución —considerado totalitario por numerosos observadores—3 ha mantenido el gobierno en el país a pesar de la enorme cantidad de adversidades, manteniéndolo a flote aun luego de la caída del bloque socialista. Se lo ha acusado de violar algunos derechos básicos de la población como la libertad de expresión, la libertad de circulación o la libertad económica,4 si bien en términos generales ha resultado exitosa en muchas de las reformas que ha hecho, principalmente en el sistema de salud y el sistema educativo público y gratuito. Estados Unidos mantiene un duro embargo económico a la isla desde principios de los años '60 del siglo XX. Esta política es considerada como bloqueo económico en el marco de las Naciones Unidas y rechazada cada año por la Asamblea General de esa instancia internacional que vota a favor de una resolución denominada "Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos contra Cuba". A pesar de la presión internacional y del daño que causa al pueblo cubano, Estados Unidos sigue justificando su política anteponiendo la existencia de numerosas denuncias de violaciones de los derechos humanos en la isla. Tanto la persistencia norteamericana en las sanciones unilaterales contra Cuba como los efectos que esto trae a su población quedan reflejados en múltiples resoluciones de las Naciones Unidas desde el año 1992.
viernes, 30 de mayo de 2014
Sinteis histórica
“Revolución libertadora” (1955-1958)
En 1955 un golpe militar con amplio apoyo político y social derrocó a Perón, quien marchó al exilio. Tras el breve interregno de Lonardi, militar de corte nacionalista y católico, un nuevo golpe de comando puso al Ejército, representado por Pedro Eugenio Aramburu, y a la Marina, representada por Isaac Rojas, a la cabeza de un gobierno, cuyo objetivo medular era eliminar al peronismo de la vida nacional, apuntando fundamentalmente al movimiento obrero. El decreto 4161 y los fusilamientos de junio de 1956, máxima expresión de la reacción, se combinaron con la reforma de la constitución (1957) y la implementación de un proyecto económico liberal ideado por Raúl Prebisch, que buscaba desmontar el modelo peronista y lograr la “estabilización” económica con el respaldo del FMI. En este marco de violenta persecución, comenzó la denominada “resistencia peronista”, que se extendió también a numerosos sectores populares no peronistas. No sin oposición interna, el régimen militar concedió una apertura electoral que creyó controlar y que dio paso al período de las democracias condicionadas encabezadas por gobiernos radicales.
Frondizi e Illia (1958-1966)
En 1958 el líder de la Unión Cívica Radical Intransigente, Arturo Frondizi, llegó al gobierno tras sellar una alianza con Perón. Sin embargo, su política desarrollista, llevada a cabo mediante la contratación de empresas extranjeras para la extracción de petróleo y la gestión de un crédito del FMI, condicionado a la implementación de medidas liberales, no tardaron en granjearle la hostilidad del peronismo. Para hacer frente a las manifestaciones de descontento, el gobierno puso en marcha el “plan Conintes”, que otorgó al Ejército la facultad de arrestar, detener e interrogar a gremialistas y opositores. Su política exterior y el triunfo del peronismo en las elecciones de 1962 precipitaron un nuevo golpe de estado. Procurando salvar la institucionalidad, asumió el presidente del Senado, el radical José María Guido, cuyo gobierno estuvo tutelado desde las filas castrenses. Las elecciones presidenciales de 1963, con proscripción del peronismo, llevaron a la presidencia a Arturo Illia, de la Unión Cívica Radical del Pueblo. La anulación de los contratos petroleros, la Ley de Medicamentos y un aumento en la inversión en salud y educación cosecharon hostilidad en el empresariado. El peronismo, especialmente su base sindical, y la prensa llevaron adelante una fuerte campaña contra el líder radical, dejando el terreno libre para que, una vez más las Fuerzas Armadas, asestaran un nuevo golpe a la democracia. El 28 de junio de 1966, Juan Carlos Onganía asumió de facto el mando del país. Contaba, una vez más, con amplio apoyo político y social.
La “Revolución argentina” (1966-1973)
El general Juan Carlos Onganía aplicó, con apoyo del FMI, un fuerte programa liberal orientado a satisfacer los intereses de los grandes grupos económicos, al tiempo que, bajo los auspicios de la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por Estados Unidos, convirtió la persecución del peronismo en la del comunismo y de las guerrillas. Implantó una rígida censura, que alcanzó a toda la prensa y a todas las manifestaciones culturales, incluyendo la intervención de las universidades y la expulsión de profesores opositores, que derivó en lo que se conoce como la “fuga de cerebros”. Sin embargo, las movilizaciones estudiantiles, las insurrecciones populares (como el Cordobazo) y la organización guerrillera debilitaron al gobierno provocando un golpe interno. En junio de 1970 asumiría Roberto Levingston, de corte nacionalista, que no lograría contener las protestas populares y la actividad guerrillera. Una segunda manifestación popular en Córdoba, conocida como el “Viborazo”, dio por tierra con este nuevo gobierno. En marzo de 1971, asumió Alejandro Agustín Lanusse, quien propugnó una política conciliatoria, a través del GAN (Gran Acuerdo Nacional), permitiendo el regreso de Juan Domingo Perón y convocando a elecciones nacionales sin proscripciones para el peronismo. En marzo de 1973, el triunfo sería para los candidatos de esa fuerza, Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima.
Vuelta de Perón (1973-1976)
Entre 1973 y 1976 gobernó nuevamente el peronismo con cuatro presidentes (Cámpora, 1973; Lastiri, 1973; Perón, 1973-1974; e Isabel Perón 1974-1976), quienes intentaron retomar algunas de las medidas sociales del primer peronismo, como el impulso de la industria y la acción social, el mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos internos del movimiento peronista y la guerrilla, sumados a la crisis económica mundial de 1973, complicaron la situación, que se agravó aún más con la muerte de Perón en 1974 y la incapacidad de su sucesora, Isabel Perón, de conducir el país. Esta crisis fue aprovechada para terminar con el gobierno democrático y dar un nuevo golpe militar, que contó una vez más con un amplio respaldo civil.
Dictadura (1976-1983)
La dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983 contó con el decisivo respaldo de los grandes grupos económicos nacionales y el financiamiento permanente de los grandes bancos internacionales y los organismos internacionales de crédito, como el Banco Mundial y el FMI. El saldo de su gestión fue el de miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles de exiliados, la derrota del Ejército argentino en Malvinas, la multiplicación de la deuda externa por cinco, la destrucción de gran parte del aparato productivo nacional y la quiebra y el vaciamiento de la totalidad de las empresas públicas a causa de la corrupción de sus directivos y de la implementación de una política económica que beneficiaba a los grupos económicos locales y extranjeros.
Raúl Alfonsín (1983-1989)
El 10 de diciembre de 1983, después de casi veinte años, el radicalismo volvía al gobierno tras el triunfo de Raúl Alfonsín. Empujado por la fuerza de los organismos de derechos humanos que nacían tras la feroz represión militar, el líder radical abrió las puertas a las denuncias y a una primera investigación sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, que se reflejó en el informe de la CONADEP y que permitió que fueran juzgadas las cúpulas militares en el Juicio a las Juntas. Aunque insuficiente para algunos organismos, la política de derechos humanos de Alfonsín fue severamente atacada por amplios sectores militares, que produjeron el movimiento carapintada, los retrocesos hacia las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y el último intento guerrillero que culminó en la masacre de La Tablada. Pero lo que había cambiado sustancialmente eran las bases económicas. Con el creciente poderío de los grupos financieros y un mecanismo de endeudamiento externo incontrolable, Alfonsín cedió ante las recetas liberales y no logró reencauzar una economía desindustrializada y anémica. Con escaso apoyo social, frente a un peronismo conspirativo y con los grupos económicos en contra, la hiperinflación obligó a Alfonsín a renunciar antes de tiempo. Vendría el tiempo del “menemato”.
Carlos Menem (1989-1999)
La caída del Muro de Berlín y el fin de la era del mundo bipolar se combinaron con el avance de Estados Unidos hacia la región latinoamericana, cuya formulación más emblemática en materia económica fue el Consenso de Washington, una serie de medidas que establecían la aplicación en América Latina de un proyecto de corte neoliberal. Carlos Menem, el candidato peronista que accedió a la presidencia en 1989, procedió paradójicamente a implementar este programa, que se encontraba en las antípodas de su prédica electoral y de los postulados históricos del peronismo. La privatización de empresas estatales, como YPF, Aerolíneas Argentinas, Entel, Gas del Estado, entre otras, fue acompañada por una apertura indiscriminada del mercado a los productos y capitales extranjeros y por una política de “relaciones carnales” con los Estados Unidos. El proyecto se completó con el Plan de Convertibilidad monetaria impulsado por Domingo Cavallo y las renegociaciones de la deuda externa, que provocaron una mayor dependencia y endeudamiento. El modelo suscitó el apoyo de los sectores medios, que inicialmente se vieron beneficiados por la política monetaria y de importación. Pero pronto comenzaron a hacerse visibles los efectos devastadores en términos sociales y culturales, con una explosión de la desocupación y de la pobreza, y con la visibilidad e impunidad de la corrupción a gran escala. A ello se sumaba una política de “reconciliación” plasmada con los indultos a las cúpulas militares que implementaron el Terrorismo de Estado y también a las guerrilleras. El descontento social no se hizo esperar y algunos estallidos populares (Santiagueñazo y piqueteros en CutralCó y General Mosconi) fueron acompañados por la convergencia política de amplios sectores en lo que terminaría conformando el crítico y progresista espacio del FREPASO y la posterior moderada Alianza en 1997, que con Fernando de la Rúa a la cabeza, pondría fin al gobierno menemista en 1999, pero no al modelo neoliberal implementado.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
En 1955 un golpe militar con amplio apoyo político y social derrocó a Perón, quien marchó al exilio. Tras el breve interregno de Lonardi, militar de corte nacionalista y católico, un nuevo golpe de comando puso al Ejército, representado por Pedro Eugenio Aramburu, y a la Marina, representada por Isaac Rojas, a la cabeza de un gobierno, cuyo objetivo medular era eliminar al peronismo de la vida nacional, apuntando fundamentalmente al movimiento obrero. El decreto 4161 y los fusilamientos de junio de 1956, máxima expresión de la reacción, se combinaron con la reforma de la constitución (1957) y la implementación de un proyecto económico liberal ideado por Raúl Prebisch, que buscaba desmontar el modelo peronista y lograr la “estabilización” económica con el respaldo del FMI. En este marco de violenta persecución, comenzó la denominada “resistencia peronista”, que se extendió también a numerosos sectores populares no peronistas. No sin oposición interna, el régimen militar concedió una apertura electoral que creyó controlar y que dio paso al período de las democracias condicionadas encabezadas por gobiernos radicales.
Frondizi e Illia (1958-1966)
En 1958 el líder de la Unión Cívica Radical Intransigente, Arturo Frondizi, llegó al gobierno tras sellar una alianza con Perón. Sin embargo, su política desarrollista, llevada a cabo mediante la contratación de empresas extranjeras para la extracción de petróleo y la gestión de un crédito del FMI, condicionado a la implementación de medidas liberales, no tardaron en granjearle la hostilidad del peronismo. Para hacer frente a las manifestaciones de descontento, el gobierno puso en marcha el “plan Conintes”, que otorgó al Ejército la facultad de arrestar, detener e interrogar a gremialistas y opositores. Su política exterior y el triunfo del peronismo en las elecciones de 1962 precipitaron un nuevo golpe de estado. Procurando salvar la institucionalidad, asumió el presidente del Senado, el radical José María Guido, cuyo gobierno estuvo tutelado desde las filas castrenses. Las elecciones presidenciales de 1963, con proscripción del peronismo, llevaron a la presidencia a Arturo Illia, de la Unión Cívica Radical del Pueblo. La anulación de los contratos petroleros, la Ley de Medicamentos y un aumento en la inversión en salud y educación cosecharon hostilidad en el empresariado. El peronismo, especialmente su base sindical, y la prensa llevaron adelante una fuerte campaña contra el líder radical, dejando el terreno libre para que, una vez más las Fuerzas Armadas, asestaran un nuevo golpe a la democracia. El 28 de junio de 1966, Juan Carlos Onganía asumió de facto el mando del país. Contaba, una vez más, con amplio apoyo político y social.
La “Revolución argentina” (1966-1973)
El general Juan Carlos Onganía aplicó, con apoyo del FMI, un fuerte programa liberal orientado a satisfacer los intereses de los grandes grupos económicos, al tiempo que, bajo los auspicios de la Doctrina de la Seguridad Nacional impulsada por Estados Unidos, convirtió la persecución del peronismo en la del comunismo y de las guerrillas. Implantó una rígida censura, que alcanzó a toda la prensa y a todas las manifestaciones culturales, incluyendo la intervención de las universidades y la expulsión de profesores opositores, que derivó en lo que se conoce como la “fuga de cerebros”. Sin embargo, las movilizaciones estudiantiles, las insurrecciones populares (como el Cordobazo) y la organización guerrillera debilitaron al gobierno provocando un golpe interno. En junio de 1970 asumiría Roberto Levingston, de corte nacionalista, que no lograría contener las protestas populares y la actividad guerrillera. Una segunda manifestación popular en Córdoba, conocida como el “Viborazo”, dio por tierra con este nuevo gobierno. En marzo de 1971, asumió Alejandro Agustín Lanusse, quien propugnó una política conciliatoria, a través del GAN (Gran Acuerdo Nacional), permitiendo el regreso de Juan Domingo Perón y convocando a elecciones nacionales sin proscripciones para el peronismo. En marzo de 1973, el triunfo sería para los candidatos de esa fuerza, Héctor Cámpora y Vicente Solano Lima.
Vuelta de Perón (1973-1976)
Entre 1973 y 1976 gobernó nuevamente el peronismo con cuatro presidentes (Cámpora, 1973; Lastiri, 1973; Perón, 1973-1974; e Isabel Perón 1974-1976), quienes intentaron retomar algunas de las medidas sociales del primer peronismo, como el impulso de la industria y la acción social, el mejoramiento de los sueldos y el control de precios. Pero los conflictos internos del movimiento peronista y la guerrilla, sumados a la crisis económica mundial de 1973, complicaron la situación, que se agravó aún más con la muerte de Perón en 1974 y la incapacidad de su sucesora, Isabel Perón, de conducir el país. Esta crisis fue aprovechada para terminar con el gobierno democrático y dar un nuevo golpe militar, que contó una vez más con un amplio respaldo civil.
Dictadura (1976-1983)
La dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1983 contó con el decisivo respaldo de los grandes grupos económicos nacionales y el financiamiento permanente de los grandes bancos internacionales y los organismos internacionales de crédito, como el Banco Mundial y el FMI. El saldo de su gestión fue el de miles de muertos y desaparecidos, centenares de miles de exiliados, la derrota del Ejército argentino en Malvinas, la multiplicación de la deuda externa por cinco, la destrucción de gran parte del aparato productivo nacional y la quiebra y el vaciamiento de la totalidad de las empresas públicas a causa de la corrupción de sus directivos y de la implementación de una política económica que beneficiaba a los grupos económicos locales y extranjeros.
Raúl Alfonsín (1983-1989)
El 10 de diciembre de 1983, después de casi veinte años, el radicalismo volvía al gobierno tras el triunfo de Raúl Alfonsín. Empujado por la fuerza de los organismos de derechos humanos que nacían tras la feroz represión militar, el líder radical abrió las puertas a las denuncias y a una primera investigación sobre los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, que se reflejó en el informe de la CONADEP y que permitió que fueran juzgadas las cúpulas militares en el Juicio a las Juntas. Aunque insuficiente para algunos organismos, la política de derechos humanos de Alfonsín fue severamente atacada por amplios sectores militares, que produjeron el movimiento carapintada, los retrocesos hacia las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y el último intento guerrillero que culminó en la masacre de La Tablada. Pero lo que había cambiado sustancialmente eran las bases económicas. Con el creciente poderío de los grupos financieros y un mecanismo de endeudamiento externo incontrolable, Alfonsín cedió ante las recetas liberales y no logró reencauzar una economía desindustrializada y anémica. Con escaso apoyo social, frente a un peronismo conspirativo y con los grupos económicos en contra, la hiperinflación obligó a Alfonsín a renunciar antes de tiempo. Vendría el tiempo del “menemato”.
Carlos Menem (1989-1999)
La caída del Muro de Berlín y el fin de la era del mundo bipolar se combinaron con el avance de Estados Unidos hacia la región latinoamericana, cuya formulación más emblemática en materia económica fue el Consenso de Washington, una serie de medidas que establecían la aplicación en América Latina de un proyecto de corte neoliberal. Carlos Menem, el candidato peronista que accedió a la presidencia en 1989, procedió paradójicamente a implementar este programa, que se encontraba en las antípodas de su prédica electoral y de los postulados históricos del peronismo. La privatización de empresas estatales, como YPF, Aerolíneas Argentinas, Entel, Gas del Estado, entre otras, fue acompañada por una apertura indiscriminada del mercado a los productos y capitales extranjeros y por una política de “relaciones carnales” con los Estados Unidos. El proyecto se completó con el Plan de Convertibilidad monetaria impulsado por Domingo Cavallo y las renegociaciones de la deuda externa, que provocaron una mayor dependencia y endeudamiento. El modelo suscitó el apoyo de los sectores medios, que inicialmente se vieron beneficiados por la política monetaria y de importación. Pero pronto comenzaron a hacerse visibles los efectos devastadores en términos sociales y culturales, con una explosión de la desocupación y de la pobreza, y con la visibilidad e impunidad de la corrupción a gran escala. A ello se sumaba una política de “reconciliación” plasmada con los indultos a las cúpulas militares que implementaron el Terrorismo de Estado y también a las guerrilleras. El descontento social no se hizo esperar y algunos estallidos populares (Santiagueñazo y piqueteros en CutralCó y General Mosconi) fueron acompañados por la convergencia política de amplios sectores en lo que terminaría conformando el crítico y progresista espacio del FREPASO y la posterior moderada Alianza en 1997, que con Fernando de la Rúa a la cabeza, pondría fin al gobierno menemista en 1999, pero no al modelo neoliberal implementado.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
El triunfo de la Revolución Cubana
El triunfo de la Revolución Cubana |
El 8 de enero de 1959 Fidel Castro entraba en La Habana, consolidando así el triunfo de la revolución cubana. El artículo que publicamos a continuación describe la situación durante los días previos a esta fecha. |
Fuente: Diario de la noche, Madrid, viernes 2 de enero de 1959, Año XXI |
Santiago de Cuba en poder de los fidelistas Han proclamado Presidente provisional al juez Manuel Urrutia – Castro prepara su entrada triunfal en La Habana, donde las turbas han cometido numerosos excesos La Habana.- Los seguidores de Fidel Castro han proclamado al juez doctor Manuel Urrutia Presidente provisional de la República. La proclamación fue anunciada a las siete de la mañana (hora española) en Santiago de Cuba, capital de la provincia de Oriente, en poder de los fidelistas. Los dirigentes fidelistas ejercen ya control sobre el Ejército regular y Fidel Castro ha entrado en Santiago, disponiéndose a preparar su entrada triunfal en La Habana posiblemente mañana, sábado, para hacerse cargo del control de todo el país. Se espera de un momento a otro el anuncio del cese el fuego. Urrutia apareció en el balcón de una casa de Santiago y, ante una gran muchedumbre, dijo: “En nombre de la revolución, en el de su dirigente, Fidel Castro, y en el mío propio envío un abrazo al heroico pueblo de la ciudad. Mientras tanto, una emisora anunciaba la entrada de Castro en Santiago y añadía que Castro ha aceptado un llamamiento del coronel Ramón Barquín, desde La Habana, para negociar una tregua. – EFE. Batista, en ciudad Trujillo Ciudad Trujillo.- El hasta hoy Presidente de la República de Cuba, general Batista, llegó en avión a esta capital, procedente de La Habana y acompañado por unos 40 miembros de su Gobierno y jefes del Ejército cubano.- El coronel Barquín toma el mando del ejército La Habana.- En círculos allegados a los seguidores de Fidel Castro se confirma que un coronel fidelista ha tomado el mando de las Fuerzas Armadas cubanas. Se trata, al parecer, del coronel Ramón Barquín, quien, se afirma, se ha hecho cargo del Ejército abandonado por Batista. Se tiene entendido que el coronel Barquín ha acordado apoyar al candidato de Castro para el cargo de Presidente provisional de Cuba, Manuel Urrutia. Mientras tanto, se informa, por otra parte, que en virtud de la huelga general convocada para hoy han quedado interrumpidas todas las actividades, a excepción de las comunicaciones telefónicas; pero en los hoteles, al contestar a las llamadas que se hacen a éstos, se responde con las palabras “estamos en huelga”.- EFE. Manifestaciones del ex presidente Batista Ciudad Trujillo (República Dominicana).- El general Fulgencio Batista, que abandonó Cuba el jueves, ha declarado que fue derrocado por los seguidores de Fidel Castro, porque las fuerzas del su Ejército no están adiestradas para sostener una guerra de guerrillas. Agregó que cuando los fidelistas comenzaron a combatir con el Ejército en campo abierto estaban ya en condiciones de hacerlo, porque iban bien armados y sus armas son superiores a las del Ejército regular. Puso de relieve Batista que de haber continuado la guerra, “el sacrificio hubiera sido grande y las pérdidas de vidas mayores”. “Por tanto –agregó-, decidí abandonar el Gobierno.”- EFE. Castro rechazó la oferta de paz hecha por la junta de gobierno La Habana.- El dirigente del Movimiento Veintiséis de Julio, Fidel Castro, rechazó la oferta de paz hecha por la Junta de Gobierno que ha asumido Poder. En una emisión por radio, Fidel Castro dijo que sus fuerzas continuarían las operaciones en todos los frentes. “El régimen de Batista ha caído a causa de los últimos golpes recibidos –agregó-. No confiéis en nadie ni permitáis que nadie os engañe”.-Efe. Tres hijos de Batista, entre las personas que llegaron a Jacksonville Jacksonville (Florida, Estados Unidos).- Son 53 las personas que llegaron a esta ciudad en un avió comercial procedente de La Habana. Entre esos pasajeros, que trajeron escasísimo equipaje, figuran tres hijos del general Batista: Rubén, Mirtha y Elisa; el hasta ahora jefe del Estado Mayor del Ejército cubano, general Tabernilla, y sus hijos Francisco –que era jefe de la Aviación cubana- y Marcelo, teniente coronel de Aviación. El general Tabernilla ha manifestado que el Presidente acordó dimitir y salir de su país porque no quería más derramamiento de sangre. “Parece que ello representa –añadió- una completa victoria de Fidel Castro.” El general Tabernilla dijo también que la decisión de Batista fue repentina, pero no inesperada, y que antes de partir dejó al pueblo cubano un mensaje invitándole a cooperar con el nuevo Gobierno. Agregó que él, por su parte, había ordenado a las fuerzas gubernamentales que suspendiesen el fuego, y que al dejar el aeródromo militar de La Habana reinaba calma en el mismo. La Habana.- Los cubanos tuvieron las primeras noticias de la partida del Presidente Batista por las emisoras de radio norteamericanas. En círculos íntimamente relacionados con el fidelismo se declara que con Fidel Castro llegará también a La Habana, a la hora ya indicada –las veinte (hora española) y dos de la tarde (hora local)-, el juez Urrutia, a quien los fidelistas designaron Presidente. Se añade en dichos círculos que ha sido formado un Comité Civil de Mediación para tratar de arbitrar una fórmula que ponga fin a la guerra civil. Grupos de paisanos se han apoderado del cuartelillo de Policía número 5, en el centro de la capital, y han dado libertad a cierto número de detenidos políticos. El jefe del Movimiento del Veintiséis de Julio en la capital insiste en que si el juez Urrutia no es nombrado Presidente provisional de la República estallará la huelga general –EFE. Dimite el embajador en Washington Washington.- El embajador de Cuba en los Estados Unidos, Nicolás Arroyo, ha dimitido su cargo después de haber celebrado una entrevista con un grupo de seguidores de Fidel Castro que le esperaban en la Embajada.- EFE. Un grupo de exiliados intenta irrumpir en la embajada de Cuba en Caracas Caracas (Venezuela).- La hija –de once años- de un exiliado cubano ha resultado muerta durante un intercambio de tiros entre la Policía y un grupo que intenta irrumpir en la Embajada cubana de esta capital. La víctima fue María Fagundo, hija de Ovidio Fagundo. Fue alcanzada cuando unos 200 exiliados cubanos intentaban forzar su entrada en la Embajada. Tanto los exiliados como la Policía hicieron uso de las armas y ha sido imposible comprobar de dónde procedía el tiro que dio muerte a la niña. -EFE. Personalidades llegadas a ciudad Trujillo Ciudad Trujillo.- Entre las personalidades que han llegado a Ciudad Trujillo con el general Batista figuran el hasta ahora primer ministro de Cuba, Gonzalo Güell; el presidente del Senado, Anselmo Allegro; el contralmirante Rodríguez Calderón, que era jefe de la Marina cubana, y el general Pedraza, quien, como se ha dicho, fue nombrado miembro de la Junta Militar que presidente el general Cantillo; pero luego renunció a formar parte de ella y acordó salir de Cuba.- Efe. Entretanto, la situación en La Habana es ya crítica. La Embajada de los Estados Unidos ha publicado una declaración formal advirtiendo a los norteamericanos que sean cautos, después de incidentes registrados, en los que fueron víctimas ciudadanos de Estados Unidos. Uno de estos incidentes fue el asalto por la muchedumbre de un operador de teletipos de la Agencia norteamericana de noticias United Press Internacional, en plena calle. En los suburbios, los revoltosos arrojan sus automóviles contra los contadores de estacionamiento y se apoderan de las monedas que contienen. También fueron asaltadas, además de los casinos del hotel Sevilla Baltimore y del hotel Plaza, las oficinas de varias Compañías aéreas: K. I. M., Iberia, Air France, Aerolíneas Argentinas y Línea Aeropostal Venezolana, así como bancos y otras instituciones. Se escuchan disparos en toda la ciudad y algunos policías han comenzado a hacer aparición en los lugares de disturbio. Los revolucionarios han dirigido llamamientos al pueblo para que se mantenga en calma y espera pacientemente los acontecimientos futuros. También han pedido que ondee la bandera cubana en las casas, de acuerdo con “los deseos del jefe revolucionario, Fidel Castro”. El caos que reina en la capital es particularmente señalado en torno a la cárcel del Príncipe, donde se encuentran los presos políticos, que se han manifestado, en tanto que, en el exterior, sus familiares se agrupan y vociferan. Algunos de los presos han resultado heridos en las manifestaciones. Varias mujeres se desmayaron y otras fueron pisoteadas en el pánico que siguió entre la multitud del exterior al hacer fuego contra ella soldados y policías desde los muros de la cárcel. Las multitudes se alejaron de allí al arriarse en el interior la bandera de Batista.- EFE. Llega a Nueva York otro avión con 92 funcionarios del gobierno Batista Nueva York.- Otro avión de las Líneas Aéreas de Cuba ha llegado a esta capital con 92 funcionarios del Gobierno de Batista y sus familias. Fuerzas de la Policía montaron un servicio de vigilancia para evitar manifestaciones en el aeropuerto por parte de los seguidores de Fidel Castro.- EFE. Fidel Castro, aclamado por la multitud La Habana.- Después del doctor Manuel Urrutia se asomó al balcón de la misma casa de Santiago de Cuba el dirigente del Movimiento Veintiséis de Julio, Fidel Castro, que fue acogido con incesante vítores y aplausos. Fidel Castro dijo a la multitud: “El camino ha sido largo y duro hasta Santiago, pero, por fin, hemos llegado”. Añadió que Santiago será designada capital provisional de Cuba, pero que él mismo y el doctor Urrutia –proclamado Presidente provisional de la República por los fidelistas –irían a La Habana a las dos de esta tarde (hora local). |
Fuente: www.elhistoriador.com.ar |
Revolución Cubana
|
|||||||||||||||||
Las Malvinas, la justicia y la crítica
Las Malvinas, la justicia y la crítica | |||||||||||
Editorial de la Revista Humor Nº 79 - 5 de abril de 1982 Sección "Nada se pierde" |
|||||||||||
El Gobierno ha recuperado las
Malvinas. Algo que por derecho nos pertenece, algo que la razón no
quiere que nos sea ajeno. Las ha recuperado poniendo nada más y nada
menos que la justicia en su lugar y la arbitrariedad en el suyo, sitio
del que ésta sale muy a menudo. Si de algo nos preciamos en Humor, es de la independencia de opinión. Esa independencia, actitud que a veces no es fácil de manejar si no tiene la honestidad como norma, nos señala que el acto de recuperación debe ser valorado como hecho de afirmación nacional, irreprochable en su esencia. En el reconocimiento unánime a ese acto de justicia, estaremos, en algún caso, en compañías no del todo gratas, teniendo en cuenta que el elogio vale cuando no es sistemático u obsecuente y que, libres en el momento de opinar, hemos sido críticos severos pero honestos cuando sólo se escuchaban aplausos “constructivos”. Y tratemos de entendernos, aún en circunstancias extremas. Nuestro tono no es habitualmente solemne. En torno a un hecho de indiscutible equidad, no podríamos –no queremos-, crear un clima de glorificación mística o de sensiblería patriotera. Si en nuestra línea hay una bien entendida defensa de lo nacional, seguramente no nos confundiremos tampoco esta vez con los excesos de nacionalismo sospechoso u oportunista que no creemos hayan sido los que inspiraron la empresa de restitución. Que valga también una analogía vulgar. Nunca confiamos en aquel eufórico espejismo del ’78, cuando un torneo de fútbol hizo creer a muchos que algunas cosas cambiarían, para bien. Los tiempos que siguieron casi sepultan toda esperanza. ¿Qué se hará hoy para que este hecho –ahora sí algo trascendente y positivo-, contagie algo de coherencia a toda nuestra realidad? No es éste un acontecimiento mágico. Somos los primeros en percibirlo y esperamos no ser los únicos. Por eso mismo queremos saber si la decisión con que se encaró se proyectará al resto de problemas y contradicciones que nos abruman. No quisiéramos celebrar este reencuentro con una porción de nuestra tierra, y lamentar al mismo tiempo el desencuentro constante con nuestra identidad como república civilizada, democrática y soberana de verdad. Ha habido muertos. Gente que sabía, seguramente, que hay cosas que se pagan caro. Y aun en una revista de humor, pueden –deben- decirse ciertas cosas. Hace pocos días –el 30 de marzo- otros hechos de otra índole en los que estaban en juego otra forma válida de dignidad hicieron que nuestro espíritu crítico nos mantuviera en la vereda de enfrente de quienes hoy elogiamos. A ella volveremos, cuando cuadre. |
|||||||||||
Editorial de la Revista Humor Nº 79 - 5 de abril de 1982 Sección "Nada se pierde" |
|||||||||||
Fuente: www.elhistoriador.com.ar |
La imposición de un modelo económico y social,24 de marzo 1976
La imposición de un modelo económico y social |
El 24 de marzo de 1976, las Fuerzas
Armadas derrocaron al gobierno constitucional de Isabel Perón. El
nuevo gobierno se auto tituló “Proceso de Reorganización Nacional” y
sus primeras medidas fueron el establecimiento de la pena de muerte
para quienes hirieran o mataran a cualquier integrante de las fuerzas
de seguridad, la “limpieza” de la Corte Suprema de Justicia, el
allanamiento y la intervención de los sindicatos, la prohibición de toda
actividad política, la fuerte censura sobre los medios de comunicación
y el reemplazo del Congreso por la Comisión de Asesoramiento
Legislativo (CAL), también integrada por civiles y militares, cuyas
funciones nunca se precisaron detalladamente. A poco de andar, sin embargo, quedó en evidencia que las Fuerzas Armadas habían asumido el poder político como representantes de los intereses de los grandes grupos económicos, quienes pusieron en marcha un plan que terminaría por desmantelar el aparato productivo del país. Las Fuerzas Armadas pusieron todos los resortes del Estado al servicio de una represión sistemática y brutal contra todo lo que arbitrariamente definían como el “enemigo subversivo”. Los crímenes cometidos por los militares son hoy denominados en el derecho internacional como “delito de lesa humanidad”. Treinta mil desaparecidos, 400 niños robados y un país destruido fue el saldo más grave de la ocupación militar. Transcribimos a continuación un fragmento del libro Lo pasado pensado, entrevistas con la historia argentina (1955-1983), de Felipe Pigna, adaptado para Elhistoriador. |
Autor: Fragmentos del libro Lo pasado pensado, entrevistas con la historia argentina (1955-1983), de Felipe Pigna, adaptado para El historiador. |
El 24 de marzo de 1976, una junta
militar integrada por los tres comandantes en jefe de las Fuerzas
Armadas derrocó al gobierno constitucional encabezado por María Estela
Martínez de Perón. Las Fuerzas Armadas asumieron el poder político como
representantes de los intereses de los grandes grupos económicos. Para
aplicar el proyecto de esos grupos, que consistía en garantizar una
mayor concentración de las riquezas, fue necesario destruir las
organizaciones político-sociales que luchaban por impedirlo. Pocos días
después, la junta designó como presidente a uno de sus integrantes, el
jefe del Ejército, Jorge Rafael Videla, quien fue presentado en un
comunicado de prensa oficial como “un profesional moderado, lejano de
los extremos ideológicos y militante católico”. Se había perpetrado un nuevo golpe de Estado que, al igual que los anteriores, contaba con el apoyo de importantes sectores, sobre todo de los grandes grupos económicos, nacionales y extranjeros, medios de prensa que colaboraron en la preparación de la sociedad para aceptar el golpe como única alternativa para salir de la crisis, la Iglesia Católica y dirigentes políticos y sindicales que aunque no dieron un apoyo explícito tampoco se pronunciaron en contra. El peronismo y el radicalismo no resistieron el golpe como se esperaba, ya que sus dirigentes más tradicionales guardaron, en general, un cómplice silencio. Los sectores más combativos ya no tenían capacidad de respuesta, debilitados por el accionar de la Triple A. Los otros integrantes de la junta militar fueron el almirante Eduardo E. Massera, por la Armada, y el brigadier Orlando R. Agosti, por la Fuerza Aérea. El nuevo gobierno se autotituló “Proceso de Reorganización Nacional” y sus primeras medidas fueron el establecimiento de la pena de muerte para quienes hirieran o mataran a cualquier integrante de las fuerzas de seguridad, la clausura del Congreso Nacional, el reemplazo de todos los miembros de la Corte Suprema de Justicia por jueces adictos al nuevo régimen, el allanamiento y la intervención de los sindicatos, la prohibición de toda actividad política y la imposición de una fuerte censura sobre todos los medios de comunicación. Los ministerios, con excepción del de Economía y el de Educación, fueron ocupados por militares. Los gobiernos provinciales también fueron repartidos en su mayoría entre uniformados de las tres fuerzas. Hasta los canales de televisión fueron adjudicados con ese criterio. Se creó, además, en reemplazo del Congreso, la Comisión de Asesoramiento Legislativo (CAL), también integrada por civiles y militares, cuyas funciones nunca se precisaron detalladamente. Las intendencias municipales fueron asignadas en su gran mayoría a civiles de diferentes partidos políticos con predominio de los miembros del radicalismo y del peronismo. A los dos días de producido el golpe militar, el Fondo Monetario Internacional le otorgó un crédito al gobierno y anunció su satisfacción por la designación del nuevo ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz. Juan Gelman 1: El golpe del ’76 se dio con un consenso social bastante grande, sobre todo en la pequeña burguesía urbana y en los sectores urbanos. Los pretextos que se usaron eran, por un lado, económicos: la mala gestión de Isabel. Eso existió, pero estábamos a nueve meses de las elecciones generales, donde se podía elegir otro gobierno. Otro pretexto que se utilizó fue el de la guerrilla. Pero ocurre que en países como Italia y Alemania la guerrilla se pudo controlar y deshacer sin golpe de Estado. Éste es el fundamento de la famosa teoría de los dos demonios. Es decir, de un lado estaba la guerrilla, del otro lado estaban los militares y en el medio había una población que no tenía nada que ver con nada. Ésta es una forma de desresponsabilizar a la gente en relación a lo que ocurría. Tulio Halperin Donghi 2: Sí, hay una teoría de los dos demonios, pero son dos demonios muy diferentes. Hay un elemento diferenciador. Una cosa es una iniciativa privada, una asociación para delinquir y otra cosa es hacer del Estado una asociación para delinquir. Hay un elemento diferenciador entre la violencia surgida de la iniciativa de los guerrilleros, y una violencia que comienza con el secuestro del Estado y el uso de todos los recursos del Estado para ciertas funciones que los que lo han capturado deciden que son importantes y que imponen al resto de la sociedad. Creo que aquí hay una diferencia muy básica, que tiene una dimensión moral. Y que caracteriza muy bien la naturaleza muy diferente de los dos movimientos. ¿Ustedes hablan de “exceso”? ¿Qué pasó con los responsables de esos “excesos”? Ramón Díaz Bessone 3: Acá, en cuanto a la represión ilegal, insisto, no se puede hablar de represión. Fue una guerra legal, legalmente declarada. Que en esa guerra se cometieron excesos, será cuestión de investigarlos sin parcialismos, sin desvirtuar la recta justicia. Quiero aclarar que durante el tiempo de la guerra, hubo 400 condenados entre las Fuerzas Armadas y las fuerzas policiales, precisamente por haber cometido excesos. Estela de Carlotto 4: Es fácil, simplista, para justificar esa matanza decir que había dos demonios o decir que hubo una guerra. Realmente acá no hubo una guerra, hubo un terrorismo de Estado que tenía el poder político, el poder militar y que eliminó físicamente a todo aquel que se oponía a este designio… Juan Gelman: Una cosa que demuestra que la teoría de los dos demonios no funciona es que haya habido 30.000 desaparecidos. Según un estudio del coronel Prudencio García había, a lo sumo, mil quinientos guerrilleros, sumandos todos los grupos guerrilleros del país. De manera que, suponiendo que todos esos guerrilleros hubieran sido aniquilados por las Fuerzas Armadas, todavía cabe preguntar qué pasó con los 28.500 que no eran guerrilleros y que incluso no estaban a favor, sino en contra de la lucha armada como salida del problema del país. Osvaldo Bayer 5: La velocidad de la represión fue una gran sorpresa. Tanto es así que esos primeros días, ninguno de los perseguidos marchamos a la ilegalidad, porque creíamos que no iba a ser posible una ferocidad tal. Pero ya el día 26, comienza a aplicarse el sistema de secuestros y desaparición de personas. El método de la desaparición en Europa se conoce como “la muerte argentina”, porque es la primera vez que se implementa este sistema en forma oficial, desde arriba, a una gran cantidad de personas. El 2 de abril de 1976, José Alfredo Martínez de Hoz anunció el programa del “Proceso”. Allí describió los que eran para el nuevo gobierno los principales problemas de la economía argentina: un Estado empresario que había asumido funciones correspondientes a la iniciativa privada, que había regulado actividades económicas que debía realizar el mercado a través de la oferta y la demanda, que había intervenido en el mercado laboral estableciendo pautas rígidas para las relaciones obrero-patronales (leyes sobre empleo estable, indemnización por despido, negociaciones colectivas, etc.) y que también había protegido a los empresarios a través de aranceles a la importación de mercaderías y subsidios. Este conjunto de factores había determinado un creciente déficit fiscal, una inflación galopante y una burguesía renuente a invertir, por no tener competencia y por el alto costo laboral producto de la capacidad de presión de los sindicatos. Así habían imposibilitado –afirmó- la modernización y el crecimiento económico del país. Para superar esos problemas, propuso una “Reforma del Estado” que destruyera las características empresariales e interventoras de éste y garantizara la libertad de producción, circulación, precios iniciativa, etcétera… A la vez, para hacer más competitiva la industria, planteó una apertura económica que permitiera el ingreso de mercaderías y así que el mercado determinara qué empresas deberían subsistir por ser capaces de producir bienes baratos y buenos. A esta visión se la denomina “darwinismo social” porque el plantea que el más apto sobrevive y se desarrolla y el otro muere por falta de capacidad para adaptarse al cambio y el progreso. (…) La opinión del establishment internacional le era unánimemente favorable. El banquero David Rockefeller declaraba a la revista Gente, el 6 de abril de 1977: “Siento gran respeto y admiración por Martínez de Hoz. Es muy obvio para mí, como para todo el segmento bancario y económico internacional, que las medidas de su programa son las indicadas”. ¿Cuáles eran los pilares de su plan económico? José Alfredo Martínez de Hoz 6: El programa que enuncié el 2 de abril de 1976 estaba destinado no sólo a implementar un programa antiinflacionario de coyuntura, sino realmente a cambiar la estructura económica del país. Las bases sobre las cuales estaba sentada la estructura económica existente eran las que habían llevado a esa situación en un proceso que había durado ya muchos años. El plan económico estaba basado en tres pilares fundamentales: la reforma del Estado, la liberalización, modernización y apertura de la economía cerrada y un programa de estabilidad. (…) Yo creo que la gente, después de la experiencia que hizo a través del programa nuestro, iniciamos un poco el proceso de enseñanza, de maduración, de lo que era la orientación moderna de una economía productiva. Y al final, después del ’89 la gente misma pedía esa orientación. Y yo creo que ése es el espíritu que capta el presidente Menem cuando asume la presidencia con el ministro Cavallo….
Referencias:
1 Poeta y periodista. Amenazado por la Triple A, debió partir al exilio en 1975. Su hijo y su nuera embarazada fueron secuestrados y desaparecidos en la última dictadura militar. Gelman logró encontrar a su nieta en el año 2000.
2
Doctor en Historia y en Derecho. Siguió cursos en la Universidad de
Turín y en la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París.
Desde 1966 fue profesor en la Universidad de Oxford, y desde 1972 en
la Universidad de California, Berkeley. Desde 1984 enseña
habitualmente en la Universidad de Buenos Aires.
3
General (re). Se desempeñó como comandante del II Cuerpo de Ejército
de Rosario entre 1975 y 1976. Ocupó el Ministerio de Planeamiento
durante el gobierno de Jorge Rafael Videla y presidió el Circulo
Militar entre 1994 y 2002.
4
Presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, organización que tiene como
finalidad localizar y restituir a sus legítimas familias a todos los
niños secuestrados durante la última dictadura militar. Laura, su hija,
fue secuestrada y asesinada luego de dar a luz a un varón, que fue
entregado a una familia ilegítima.
5
Es periodista, investigador y guionista. Por el libro La Patagonia
rebelde y el filme del mismo nombre fue perseguido y debió exiliarse en
1975. Vivió en el exilio en Berlín hasta su regreso a Buenos Aires en
1983.
6
Economista, abogado y profesor universitario. Fue ministro de Economía
en Salta entre 1957 y 1958 y presidente de la Junta Nacional de
Granos. Entre 1976 y 1981 se desempeñó como ministro de Economía del
dictador Jorge Rafael Videla.
|
Suscribirse a:
Entradas (Atom)